En la fría noche del 15 de abril, la región rusa de Kursk se ha visto sacudida una vez más por el eco de las explosiones. La realidad es dura: al menos una persona ha perdido la vida, y no es solo una cifra en las noticias; era una mujer de 85 años, que se convierte en un rostro entre los números tristes de esta guerra. Las autoridades locales han confirmado que este ataque, calificado como “masivo”, también ha dejado a otras nueve personas heridas.
Una batalla constante en el horizonte
Los datos son impactantes: más de un centenar de drones ucranianos fueron derribados en cuestión de horas, 115 para ser exactos. De esos, 109 cayeron sobre Kursk, una región que no ha conocido paz desde que estalló el conflicto. El Ministerio de Defensa ruso publicó en su cuenta de Telegram estos números escalofriantes mientras los ecos del conflicto resonaban nuevamente.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos desde Estados Unidos para alcanzar un alto el fuego, la situación parece empeorar día tras día. Este fin de semana pasado fue particularmente trágico, con 34 vidas perdidas debido a un ataque con misiles en Sumi, Ucrania. Cada nuevo día trae consigo historias desgarradoras y familias enteras destrozadas por la guerra. Es difícil comprender cómo esta espiral violenta continúa sin cesar mientras millones miran hacia otro lado.