En una jugada que ha encendido aún más las tensiones, Argelia ha decidido expulsar a doce empleados de la Embajada francesa, declarando a estos diplomáticos ‘persona non grata’. La razón detrás de esta decisión es la reciente y controvertida detención de un agente consular argelino en suelo francés, acusado de participar en el secuestro del influencer y opositor Amir Bujors.
Este acto, según el Gobierno argelino, no es solo una respuesta momentánea; se trata de una declaración soberana ante lo que consideran una vergonzosa violación del estatus consular. El ministro argelino de Exteriores no se ha contenido al criticar al ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, tildándolo de tener una actitud “negativa y constante” hacia Argelia. Las palabras fueron duras: “Este vergonzoso procedimiento se llevó a cabo sin ninguna consideración por los usos diplomáticos”.
Un conflicto que se agudiza
No podemos ignorar el contexto en el que se produce este choque. Tras meses de fricciones entre ambos países, parecía que las relaciones estaban empezando a suavizarse. La visita del jefe de la diplomacia francesa y un intercambio telefónico entre los presidentes auguraban un cambio positivo. Sin embargo, el arresto del agente argelino ha hecho saltar por los aires cualquier esperanza.
Bujors, quien cuenta con miles de seguidores en redes sociales gracias a su crítica feroz hacia la corrupción en Argelia, fue secuestrado hace unas semanas en París por hombres que actuaron con total impunidad. Su liberación 27 horas después marcó un capítulo inquietante para quienes siguen sus pasos.
Todo esto plantea preguntas serias sobre cómo evolucionarán estas relaciones. El mensaje enviado por Argelia es claro: cualquier nuevo ataque será respondido con fuerza y reciprocidad. La tensión sigue creciendo y todos estamos expectantes ante cómo se desarrollarán los acontecimientos en este juego diplomático tan complejo.