La mañana del Domingo de Ramos se tornó en una pesadilla para los habitantes de Sumy, una ciudad situada en el noreste de Ucrania, cerca de la frontera con Rusia. Un ataque aéreo devastador ha cobrado la vida de al menos 21 personas y dejado a 83 heridos, entre ellos siete niños. El ministro del Interior ucraniano, Igor Klimenko, no pudo contener su dolor al informar a través de Telegram que varios misiles balísticos impactaron directamente en el centro de la ciudad.
Un ataque cínico y brutal
Poco después, el primer ministro Denis Shmihal corroboró lo sucedido, señalando que los edificios y residencias de la Universidad Estatal de Sumy quedaron hechos trizas tras este ataque violento e inhumano. La zona era un hervidero de gente celebrando la festividad religiosa cuando sucedió la tragedia. Klimenko hizo un llamado urgente a los ciudadanos para que se mantuvieran alejados del área afectada, facilitando así las labores de evacuación y atención médica.
El presidente Volodimir Zelenski no tardó en expresar su repudio ante esta atrocidad. “Solo una escoria inmunda puede actuar así”, declaró con indignación, refiriéndose a quienes perpetran estos actos atroces que arrebatan vidas inocentes. Zelenski también subrayó que sin una presión real sobre Rusia, alcanzar la paz es simplemente un sueño imposible. “Las conversaciones no han detenido misiles ni bombas; necesitamos tratar a Rusia como el terrorista que es”, concluyó.
Aún esperamos una respuesta oficial desde Moscú sobre este terrible incidente que ha marcado otro capítulo oscuro en esta guerra sin sentido.