Este martes, Sudán marca un triste aniversario: dos años de una guerra civil que parece no tener fin. La lucha entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha llevado al país a una crisis humanitaria devastadora. Más de 15 millones de personas han sido desplazadas, y se estima que más de tres millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda este año. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Todo comenzó el 15 de abril de 2023, cuando las tensiones entre los antiguos aliados, el Ejército y las RSF, estallaron por la integración del grupo paramilitar en las Fuerzas Armadas. Esta pelea es solo la manifestación visible de una lucha por el poder entre sus líderes: Abdelfatá al Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como ‘Hemedti’. Tras el derrocamiento del régimen de Omar Hasán al Bashir en 2021, la situación política se tornó crítica.
Un conflicto que arrasa con todo
A pesar del breve retorno a la estabilidad bajo el liderazgo civil de Abdalá Hamdok, las promesas quedaron en nada. La represión brutal contra protestas prodemocráticas llevó a Al Burhan a dar un golpe sobre otro, haciendo que muchos recordemos su pasado oscuro con las milicias ‘yanyauid’ durante el genocidio en Darfur.
Desde entonces, Jartum ha sido testigo del caos. Las RSF tomaron rápidamente el control inicial, pero con los últimos meses, el Ejército ha recuperado terreno clave. Sin embargo, mientras luchan por reafirmar su dominio, las RSF están intentando expandir su influencia y consolidar su poder en nuevas áreas.
No solo hay intereses internos; también países extranjeros juegan sus cartas en este juego peligroso. Se acusa a Emiratos Árabes Unidos y Chad de apoyar a las RSF, mientras Egipto mira con recelo la situación desde su frontera.
Parece mentira pensar que estamos ante “la mayor catástrofe de hambre del mundo”, como lo ha calificado el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Casi la mitad de la población sudanesa enfrenta hambre aguda; ¡24 millones! Y mientras tanto, los esfuerzos humanitarios son ahogados por recortes internacionales y un marasmo administrativo que resulta desesperante.
La portavoz del ACNUR nos recuerda que esta crisis es aún más desoladora: “Las noticias siguen siendo desalentadoras”. Los relatos desgarradores llegan desde los campamentos cercanos; violencia sexual sistemática e historias escalofriantes marcan cada día para miles.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos no se queda callado. Hace un llamado urgente: “Dos años deben ser suficientes para despertar nuestra conciencia”. Con cada día que pasa sin soluciones políticas reales y significativas para lograr una paz duradera en Sudán, nos acercamos más al abismo.