MADRID, 8 Abr. (EUROPA PRESS) – Este martes, el Movimiento de Resistencia Islámica, conocido como Hamás, ha levantado la voz con fuerza. Tras la ruptura del alto el fuego el pasado 18 de marzo, han calificado los bombardeos de Israel sobre Gaza como un «acto brutal de venganza». Pero más allá del conflicto bélico, lo que realmente preocupa a Hamás son las vidas de los rehenes que permanecen atrapados en este enclave palestino.
El portavoz del movimiento no se ha andado con rodeos: “Lo que está ocurriendo en Gaza no es solo un aumento de la presión militar”, ha subrayado. Y es que la situación es insostenible. La comunidad internacional está llamada a actuar y a dejar atrás la indiferencia ante una agresión que parece no tener fin. La insistencia en aumentar los ataques, lejos de amedrentar al pueblo palestino, solo aviva su determinación para resistir.
Las consecuencias de una estrategia fallida
Además, han señalado directamente al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Su táctica de bombardear a niños, mujeres y ancianos no es vista como una forma efectiva de lograr victorias; más bien se percibe como una receta para el fracaso absoluto. Según ellos, “no conseguirán traer a casa sanos y salvos a los rehenes”. Todo lo contrario: están poniendo en riesgo sus vidas aún más.
La única salida viable planteada por Hamás es clara: las negociaciones son el camino. En medio del caos, los números hablan por sí mismos; ya son más de 50.800 muertos desde que comenzó esta ofensiva israelí en octubre de 2023 contra Gaza. Desde aquella fatídica ruptura del alto el fuego hasta hoy, se han confirmado 1.449 fallecidos y 3.647 heridos.