En un día que debería haber sido tranquilo, la localidad libanesa de Taybé se convirtió en el escenario de una nueva tragedia. Este lunes, un bombardeo llevado a cabo por el Ejército de Israel cobró la vida de al menos una persona, según informaron las autoridades locales. Y es que, a pesar del alto el fuego que se había establecido desde finales de noviembre de 2024, la violencia vuelve a hacer acto de presencia.
El Ministerio de Sanidad libanés, sin rodeos y con la voz temblando por la indignación, compartió un breve comunicado en su cuenta de Facebook donde confirmaba que «un ataque perpetrado por el enemigo israelí con un dron ha causado el martirio de un ciudadano». Sin embargo, los detalles sobre esta muerte aún son escasos y lo más preocupante es que el Ejército israelí no ha emitido ninguna declaración al respecto.
Un ciclo de violencia que no cesa
A lo largo de las últimas semanas, hemos visto cómo el Ejército israelí intensificaba sus ataques contra territorio libanés, incluyendo dos asaltos a la capital Beirut. Esto ha hecho saltar todas las alarmas sobre la estabilidad del frágil alto el fuego. La coordinadora especial de la ONU para Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, no pudo evitar expresar su preocupación tras uno de los recientes bombardeos: «una mayor escalada es lo último que se necesita». Sus palabras resuenan entre quienes anhelan paz en esta región desgastada por los conflictos.
A pesar del acuerdo firmado para cesar hostilidades y retirar tropas tanto por parte de Israel como del grupo Hezbolá del sur del Líbano, parece que esos compromisos han caído en saco roto. El Ejército israelí todavía mantiene cinco puestos militares en territorio vecino y justifica sus bombardeos alegando actividades vinculadas a Hezbolá. Pero tanto Beirut como este grupo han criticado abiertamente estas acciones, sintiendo que sus vidas están siendo tiradas a la basura mientras se juegan con políticas ajenas.