MADRID, 26 de marzo. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha decidido meter la mano en el bolsillo de los que traen coches de fuera con un nuevo arancel del 25% que comenzará a aplicarse el próximo 2 de abril. Esta medida no es más que otra jugada en la guerra comercial que él mismo ha encendido, y vaya si ha levantado polvo.
En sus propias palabras, Trump no se guarda nada: «Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país y por quitarnos nuestros empleos, nuestra riqueza y muchas cosas que nos han estado quitando a lo largo de los años». Esas declaraciones resonaron este miércoles desde la Casa Blanca y, como era de esperar, han hecho temblar los mercados financieros. El S&P 500, ese barómetro de las grandes empresas cotizadas en EE.UU., cayó un 1,1%, mientras que el Nasdaq sufrió una caída aún más pronunciada del 1,8%, según datos de Bloomberg.
Un panorama incierto para la industria automotriz
Esto llega justo después de que la administración Trump concediera una exención temporal hasta el 2 de abril para todos esos vehículos amparados bajo el tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. Sin embargo, esta calma momentánea parece estar llegando a su fin. La incertidumbre ahora acecha tanto a consumidores como a fabricantes; ¿será este un impulso para la producción local o solo otro tirón hacia un monocultivo turístico donde las marcas extranjeras tengan que pensar dos veces antes de arriesgarse?