El Movimiento de Resistencia Islámica, conocido como Hamás, ha dejado claro que «el lenguaje de las amenazas complica la situación». En un contexto tan delicado como el actual, su portavoz, Hazem Qasem, no se ha guardado nada y ha exigido que se respete a rajatabla el acuerdo de alto el fuego firmado en enero para la Franja de Gaza. Esto llega justo después de que Israel decidiera no avanzar hacia la segunda fase del acuerdo y ante las fuertes críticas recibidas desde Estados Unidos.
Una urgencia que no puede esperar
Qasem enfatizó que «aplicar el acuerdo en sus distintas etapas es fundamental para alcanzar los objetivos deseados», subrayando que cualquier amenaza solo sirve para complicar aún más las cosas. Él mismo lo dijo: «Lo necesario ahora es entrar en la segunda fase del acuerdo», mientras mira con desdén al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien se niega a dar ese paso crucial.
A medida que avanza esta tensa situación, se hace evidente que el camino hacia una paz duradera pasa por cumplir lo pactado. Y aquí hay un punto importante: hablamos de liberar tanto a los rehenes secuestrados desde el 7 de octubre como a prisioneros palestinos. Todo esto está bajo la lupa del marco presentado por Estados Unidos, que entró en vigor en enero y fue respaldado por mediadores internacionales.
No obstante, parece que los esfuerzos están lejos de ser suficientes. El enviado estadounidense para Oriente Próximo, Steve Witkoff, dejó caer palabras duras al calificar las propuestas actuales de Hamás como “inaceptables”, advirtiendo además que el tiempo corre en contra. Pero ¿quién define qué es aceptable? Hamás incluso propuso liberar a un rehén israelí-estadounidense y devolver los cuerpos sin vida de otros cuatro rehenes; sin embargo, todo esto ha caído en saco roto.
En medio del estruendo político y militar, las cifras son desgarradoras: más de 48.577 muertos han sido reportados hasta ahora debido a la ofensiva israelí tras los ataques iniciales. La situación humanitaria es crítica; ambulancias y equipos de Protección Civil no pueden llegar hasta muchas víctimas atrapadas entre los escombros. La realidad supera cualquier narrativa política.