En una noche que prometía ser tranquila, las autoridades rusas han decidido dar un nuevo golpe, y no precisamente de estado. Este jueves, hemos escuchado cómo desde Moscú se han perpetrado ataques contra diversas infraestructuras energéticas en Ucrania, acusándolas de estar relacionadas con el Ejército ucraniano. Ya van casi tres años desde que comenzó esta invasión y las sombras siguen alargándose.
Un ataque calculado
El Ministerio de Defensa ruso ha lanzado un comunicado donde afirman haber utilizado «sistemas de misiles de alta precisión» para llevar a cabo estos bombardeos. Y claro, aseguran que «el objetivo del ataque ha sido alcanzado con éxito», como si eso mitigara el daño real que se está infligiendo sobre la población civil. Pero no solo ellos lo dicen: el ministro de Energía ucraniano, Herman Galushchenko, no ha tardado en confirmar lo peor: otro “ataque masivo” a su infraestructura vital.
A medida que se evalúan los daños, ya se sabe que especialmente las instalaciones de producción han sufrido un fuerte impacto. Galushchenko nos recuerda lo que muchos ya sospechábamos: «Mientras Rusia continúa con sus mentiras asegurando que no ataca objetivos civiles, los misiles están cayendo justo donde más duele». Y es que estas acciones parecen diseñadas para hacer sufrir a la población ucraniana en medio del frío invierno. ¿Qué más les queda por hacer? La guerra sigue su curso implacable.