Menorca ha cerrado su temporada turística con un balance que, aunque moderadamente positivo, deja un sabor agridulce. Desde principios de año, muchos esperábamos más, pero la realidad ha sido otra. Los meses de julio y agosto, que suelen ser el corazón del verano, han estado más tranquilos de lo habitual. Sin embargo, septiembre y octubre han contribuido a equilibrar algo las cuentas, aunque no lo suficiente como para salvar la situación.
Ocupación alta, pero rentabilidad en baja
Los visitantes siguen llegando a la isla; eso no se discute. Pero lo cierto es que gastan menos y se quedan menos tiempo. Es una temporada buena si hablamos de ocupación —con hoteles llenos— pero la rentabilidad ha caído en picado. Las empresas han tenido que esforzarse más para mantener sus márgenes; esto es especialmente evidente en los servicios donde el esfuerzo por atraer clientes se siente cada vez más pesado.
María García, secretaria general de PIME, comparte sus preocupaciones: “Hemos notado que los turistas tienen menos capacidad de gasto este año. Aunque hay un aumento en transporte y alojamiento, el día a día está sufriendo”. Y no le falta razón; los resultados de su encuesta anual reflejan claramente una disminución del gasto en actividades turísticas como náuticas o restauración.
A pesar de todo esto, Menorca sigue atrayendo miradas curiosas. Sin embargo, los mercados habituales están dando señales alarmantes. El turismo nacional ha disminuido notablemente desde el inicio del verano y sorprendentemente también hemos visto caer las llegadas británicas durante los meses álgidos.
El único resquicio optimista parece venir desde Francia; ahí sí hay signos de crecimiento e interés por nuestra isla.
Desde Ashome coinciden en que la ocupación global ha sido buena, pero también sienten el impacto negativo en julio y agosto —algo inédito hasta ahora— donde incluso tuvieron que lanzar ofertas para llenar las habitaciones vacías. Septiembre terminó con una ocupación media del 73%, superando al año anterior gracias a un leve aumento en las tarifas.
Aún así, Azucena Jiménez, gerente de Ashome, advierte sobre un problema creciente: la falta de vivienda adecuada para el personal. “Pedimos que se marque una frontera clara entre uso turístico y residencial”, subraya. La vivienda debería estar protegida para los menorquines; no podemos dejar que se convierta solo en otro negocio turístico sin límites claros.
Por otro lado, los agroturismos han brillado este verano alcanzando cifras sobresalientes: 71% en julio y hasta 80% en agosto según el Instituto Nacional de Estadística. Menorca destaca incluso por encima de Mallorca o Eivissa cuando hablamos de turismo rural; aquí todavía tiene ese encanto especial durante esta época del año.
No obstante, debemos tener cuidado con la creciente competencia entre los 98 establecimientos rurales activos que luchan por atraer a esos mismos visitantes.”

