En una fría mañana de diciembre, Joan Toni Castillo, un ingeniero mallorquín afincado en Terrassa, nos cuenta cómo cada vez que vuelve a su isla natal, siente la necesidad de cambiar de chip. Creció en s’Espinagar, entre Manacor y Felanitx, y aunque su vida le ha llevado lejos del paisaje rural, el amor por su tierra nunca se ha desvanecido.
Después de estudiar en s’Horta y el IES Felanitx, Joan decidió emprender rumbo a Terrassa para cursar Ingeniería Aeronáutica. Desde pequeño había sentido una fascinación por los aviones. Recuerda aquellos viajes a Valencia y el contraste al ver los enormes Airbus despegar desde Son Sant Joan. Esa curiosidad infantil le llevó a querer entender cómo funcionaban esos gigantes del cielo.
Un camino lleno de retos y aprendizajes
Su carrera ha sido todo un desafío. Tras comenzar con helicópteros e infraestructuras aeroportuarias, ahora trabaja como ingeniero aeronáutico en una aerolínea comercial. Su responsabilidad es asegurar que cada Airbus A320 cumpla con los estándares más rigurosos de seguridad. En este sector donde un error puede ser fatal, reconoce que la discreción es la norma: «Si todo va bien, nadie dice nada; pero si hay problemas, todos se lanzan a criticar».
A partir de 2018, se aventuró también en la docencia universitaria como profesor asociado. Disfruta enseñando sobre Espacio Aéreo y Navegación; para él es gratificante ver cómo sus alumnos descubren un mundo complejo pero apasionante. Pero eso no es todo; Joan Toni también está en proceso de convertirse en piloto comercial. Su espíritu inquieto no le permite estar quieto: «No me gusta quedarme parado«, afirma con determinación.
A veces vuela hacia Mallorca para disfrutar de un buen almuerzo en Sa Premsa tras aterrizar en Son Bonet. Ha surcado los cielos sobre Menorca e Ibiza, recordando siempre sus raíces. La sostenibilidad es uno de sus grandes retos: «Las emisiones por pasajero son altas… debemos encontrar maneras efectivas de reducirlas sin quitar las ganas de viajar».
A pesar del tiempo transcurrido desde que se mudó a la península, mantiene viva su conexión con Mallorca. Viaja cada dos meses y busca ese ritmo familiar que tanto le reconforta: «De vez en cuando necesito ese estilo de vida que conocí cuando era niño».
Sobre el futuro del sector aeroespacial español, tiene claro lo que hace falta: invertir más en innovación e investigación para retener el talento local. Muchos jóvenes siguen marchándose buscando mejores oportunidades fuera del país.
Si tuviéramos que definir su travesía entre Mallorca y Terrassa con una palabra sería milana, pues como este ave migratoria recorre cielos similares al suyo, volando siempre hacia adelante.

