La música española está de luto. Nos ha dejado a los 63 años Robe Iniesta, un verdadero alma salvaje del rock en castellano y líder de Extremoduro. Con su voz rasgada y sus letras profundas, creó un lenguaje único que hablaba de la vida misma: amor, dolor y esperanza, todo mezclado con ese toque crudo y realista que lo caracterizaba.
El extremeño, nacido en Plasencia el 16 de mayo de 1962, revolucionó el panorama musical con su capacidad para fusionar la crudeza del rock urbano con matices sinfónicos. Canciones que resonaban en las calles, llenas de filosofía y pasión. Su legado es enorme; hay quienes se han tatuado versos como “Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor” o “Y qué importa ser poeta o basura”. ¿Quién más podría hacer eso?
Una vida llena de contrastes
Robe no solo fue un músico excepcional, sino también un pensador que nunca temió explorar los límites de su arte. En sus composiciones largas y tortuosas, abordaba temas tanto humanos como divinos con una profundidad poco común. Su estilo rompedor desafiaba las normas establecidas, llevando a muchos a cuestionarse sobre la vida misma. Aunque siempre se mostró reacio a explicar sus letras —“yo prefiero que cada uno las interprete a su manera”, solía decir— estaba claro que había algo más allá detrás de cada acorde.
A pesar de los altibajos personales y profesionales —su lucha contra adicciones e incluso tensiones internas dentro de la banda— Robe supo reinventarse una y otra vez. Desde su primera banda Dosis Letal hasta convertirse en el ícono indiscutible que era con Extremoduro, su historia es la crónica del esfuerzo por mantenerse fiel a sí mismo.
Poco antes de dejar este mundo, Robe había seguido creando música por cuenta propia, mostrando su evolución hacia sonidos más suaves pero sin perder esa esencia genuina que tanto lo definía. En una reciente entrevista afirmaba: “No puedo planear nada; mi creatividad es impredecible”. Y vaya si lo fue.
Con su partida nos queda un vacío inmenso y una invitación a recordar sus letras: esas que nos acompañaron en momentos cruciales. Robe Iniesta no fue solo un músico; fue una voz necesaria para toda una generación.

