El 10 de diciembre, Plasencia se despertó con una tristeza inmensa al enterarse de la muerte de Robe Iniesta, uno de esos referentes culturales que marcan época. Este artista, tan querido y profundamente arraigado a su ciudad natal, no solo fue el líder de Extremoduro, sino también la voz que resonó en los corazones de generaciones enteras.
Un legado imborrable para Plasencia
Las calles y plazas de esta localidad cacereña llevan su esencia. En las últimas semanas, se había iniciado el proceso para nombrarlo Hijo Predilecto, un reconocimiento más que merecido para alguien cuya obra ha dejado una huella profunda en la cultura española. La conmoción es palpable entre vecinos y admiradores; muchos coinciden al decir que su legado es sencillamente excepcional. Desde diferentes rincones del país, no hay quien no reconozca lo que significa Robe para la música y la poesía contemporánea.
El alcalde de Plasencia no pudo contener su dolor al hablar sobre él: “Se nos va uno de los grandes referentes culturales, musicales y literarios del siglo XX y XXI. Ha sido el alma de nuestra ciudad”. Con estas palabras, queda claro que Robe no solo será recordado por sus letras potentes y su guitarra electrizante; se convierte en parte esencial del patrimonio emocional de todos nosotros.
A medida que avanzamos en este día sombrío, nos queda la certeza de que aunque físicamente ya no esté con nosotros, su música seguirá vibrando en cada rincón donde dejó su impronta. Así es como se construye un legado: tirando puentes entre almas a través del arte. Nos despedimos hoy con el corazón apretado, pero con una sonrisa al recordar todo lo que nos ha dado.
