Después de un tiempo complicado por problemas de salud y algunas cancelaciones, Raphael ha vuelto a demostrar que la edad no es más que un número. Este pasado domingo, el legendario cantante se subió al escenario del Movistar Arena en Madrid, dejando claro que sigue siendo una fuerza de la naturaleza.
No necesita demostrar nada a estas alturas; sin embargo, cada vez que aparece en el escenario, parece querer recordarnos lo inmenso que es. Con casi 70 años de carrera a sus espaldas, Raphael es un ícono de la música española. Su voz resuena igual de potente y su carisma sigue encendiendo al público como si los años no hubieran pasado.
Un regreso triunfal
El espectáculo comenzó con puntualidad británica. A las 20:30h, las luces se apagaron y los acordes iniciales llenaron el aire. El público estalló en vítores mientras veía aparecer a Raphael vestido de negro, delgado y lleno de energía. Desde el primer momento, con temas como La noche, dejó claro que estaba aquí para hacer vibrar a todos los presentes.
A lo largo del concierto, Raphael se adentró en su repertorio clásico y moderno. La emotiva Gracias a la vida, donde pronunció un sincero “que me ha dado tanto”, resonó con autenticidad entre los asistentes. No fue el único instante nostálgico; cuando interpretó Yo soy aquel, añadió con picardía “un año más, señores”, mostrando una conexión especial con su audiencia.
Pese a los desafíos físicos recientes, Raphael brilló como siempre. La magia del escenario hizo olvidar cualquier sombra del pasado mientras cantaba clásicos atemporales junto a una banda competente aunque eclipsada por su estrella central. Momentos destacados incluyeron versiones cautivadoras de canciones francesas como Padam Padam, donde mostró todo su talento vocal acompañado por un contrabajo y acordeón que elevaron la actuación.
A medida que avanzaba la noche, no faltaron las baladas románticas ni toques festivos con temas como Ámame. Raphael también jugó con la nostalgia navideña al interpretar La canción del tamborilero, creando un ambiente cálido y familiar que encantó al público presente.
Cerrando una velada impresionante llena de amor y emoción colectiva, Raphael nos recordó por qué tantos corazones laten al compás de su música: porque él sigue siendo ese artista eterno que nos acompaña desde hace décadas. Y así, mientras abandonaba el escenario tras interpretar Como yo te amo, dejó claro que aún queda mucho Raphael para rato.

