James Rhodes, el reconocido pianista y escritor, vuelve a Mallorca el próximo 10 de diciembre. Este lugar ha sido su «refugio perfecto» y, al reencontrarse con la isla, siente una mezcla de emociones. «Siempre es un poco agridulce», confiesa. De su infancia recuerda momentos buenos pero también desafiantes. Sin embargo, cada vez que aterriza en Palma, siente que está regresando a un rincón que no solo pertenece a España, sino que parece tener vida propia.
Un espacio para la creatividad
La isla evoca recuerdos bellos pero también complicados. «Voy con mi propio programa en la SER, voy a tocar el piano como un hombre que ha cumplido sus sueños de infancia», dice con orgullo. No obstante, no puede evitar notar cómo Mallorca ha cambiado. La afluencia masiva de turistas y apartamentos turísticos le preocupa: «Es como una plaga que gentrifica los pueblos».
Su programa se presenta como un oasis en medio del ruido mediático actual: «Aquí hablo sin filtros sobre creatividad y vida», explica Rhodes mientras espera compartir escenario con Leire Martínez. Es fan incondicional de La Oreja de Van Gogh desde su llegada a España y está ansioso por conocer más sobre su viaje personal.
Cada charla es una mezcla entre conversación íntima y música directa; dos elementos que para él son inseparables. La música tiene ese poder único de comunicar lo que las palabras no pueden expresar: «En la música clásica se profundiza más porque no hay letras».
Cuando se le pregunta sobre su opinión acerca de la decisión de RTVE de no participar en Eurovisión tras las controversias recientes, Rhodes responde firme: «¡Genial! Estoy muy orgulloso de ser español hoy. Esa decisión me parece valiente y necesaria; las acciones cuentan más que las palabras».
Así, entre reflexiones profundas y risas cómplices, James Rhodes nos invita a redescubrir nuestra esencia creativa mientras pisa nuevamente el suelo mallorquín.

