Cuando Javier Cercas decidió lanzarse a escribir sobre el 23 de febrero, lo hizo con una mezcla de valentía y temor. En su introducción a ‘Anatomía de un instante’, confesó: «Incapaz de inventar lo que sé sobre el 23 de febrero, iluminando con una ficción su realidad, me he resignado a contarlo». Este intento por darle vida a lo que fue un día crucial en nuestra historia no fue simplemente una novela, sino un viaje hacia la comprensión de nuestras raíces como sociedad.
Un viaje lleno de incertidumbres
Aquella presentación en la Llibreria 22 de Girona en 2009 marcó el inicio de una travesía complicada. ¿Cómo se le ocurre a uno abordar algo tan complejo como el golpe del 23-F? Cercas se cuestionaba mientras intentaba hallar su lugar entre la historia y la narrativa. Se sentía perdido entre las páginas, sin saber si estaba creando una versión moderna de ‘Los tres mosqueteros’ o simplemente dejando fluir un sentimiento colectivo tras ese fatídico día.
Las críticas al principio fueron mixtas, pero poco a poco ‘Anatomía de un instante’ empezó a ser devorado por los lectores españoles como si fuera una crónica vibrante y emocionante. En Francia e Italia, se consideró casi como una novela. Su análisis sobre figuras clave como Adolfo Suárez y Santiago Carrillo resonó en muchos corazones, pues ellos representaban la resistencia y el compromiso en medio del caos.
Cercas recordaba cómo aquellos hombres permanecieron firmes cuando Tejero irrumpió con su pistola en mano: «Llegaban de un pasado equivocado para construir un futuro acertado», decía él al reflexionar sobre esas decisiones históricas que marcaron el rumbo del país. El autor logró captar no solo los hechos, sino también las emociones crudas que nos acompañaron durante esa jornada llena de incertidumbre.
Finalmente, este libro nació como un intento fallido de novela pero resurgió como un ensayo único que busca dignificar incluso los fracasos más grandes. Porque al final del día, ¿quién necesita victorias cuando tenemos historias así?

