Hoy, el mundo del flamenco se ha quedado huérfano. Nos hemos despertado con la triste noticia del fallecimiento de Antonio Fernández Díaz, conocido cariñosamente como Fosforito, un verdadero maestro del cante que dejó una huella imborrable en nuestra cultura. A sus 93 años, este gigante del arte flamenco nos ha dejado en el Hospital Regional Universitario de Málaga, donde su lucha contra una infección tras una intervención cardíaca llegó a su fin. Así lo confirmó su hijo Alejandro, quien ha estado a su lado hasta el último momento.
Un legado que perdurará en la memoria
Nacido en Puente Genil en 1932, Fosforito comenzó a cantar desde muy joven y no tardó en hacerse un nombre. Su gran oportunidad llegó en 1956, cuando arrasó en el I Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Desde entonces, se convirtió en un referente universal y compartió escenario con leyendas como Pepe Pinto y Juan Valderrama. Su voz resonó más allá de nuestras fronteras; incluso cruzó el océano para llevar lo jondo a América.
A lo largo de su carrera, no solo se destacó como cantaor sino también como compositor. Sus letras fueron la inspiración para otros grandes artistas como Camarón. Y es que Fosforito no solo guardaba la tradición flamenca; él la reinventaba y la hacía brillar con cada interpretación.
Con numerosos premios a sus espaldas, entre ellos la V Llave de Oro del Cante otorgada por el gobierno andaluz, su legado es innegable. En este día tan triste recordamos al hombre que supo rescatar estilos olvidados y que siempre mantuvo viva la llama del flamenco puro.

