El pasado sábado, el Movistar Arena de Madrid se convirtió en un refugio para los amantes de la música cuando Enrique Bunbury desató su encanto y desbordó emociones en un concierto que se sintió como un viaje a dos décadas atrás. Con más de dos horas de música, el zaragozano no solo presentó temas de su nuevo disco, Cuentas pendientes, sino que también hizo vibrar a sus fans con esos clásicos que todos llevamos grabados a fuego en el corazón.
Un regreso cargado de nostalgia
Bunbury subió al escenario acompañado por su banda original, El Huracán Ambulante, y juntos hicieron que resonara una vez más Otto e Mezzo, un tema que ya hace años nos robó el aliento. La escenografía era un guiño directo a la época dorada del artista: telones rojos, proyecciones y luces jugando entre sombras, como si Fellini estuviera dirigiendo cada movimiento.
Vestido con un traje rojo metalizado que parecía sacado de sus giras pasadas, y luciendo unas gafas de sol dignas del mejor espectáculo, transformó el escenario en un verdadero teatro donde cada canción pedía su propio estilo. Arrancando con El club de los imposibles, el ambiente festivo era palpable; aquí estábamos todos juntos celebrando el regreso a los orígenes.
A lo largo del concierto, las emociones continuaron fluyendo mientras sonaban himnos como Sólo si me perdonas, mezclados con estrenos del nuevo álbum como Las chingadas ganas de llorar. ¡Vaya forma de mantenernos enganchados!
Zaragoza nos espera pronto. Este reencuentro tiene mucho más por delante; la gira seguirá en Zaragoza el 20 de septiembre y ya sabemos que las entradas vuelan. Bunbury himself ha dejado claro lo importante que es este tramo final: “Vamos a darlo todo”, prometió emocionado.
No obstante, esta gira ha tenido su dosis de controversia. En uno de sus conciertos en América, Bunbury no dudó en interrumpir para expresar su malestar ante la constante presencia de móviles entre el público. Un tema delicado pero muy presente hoy en día.