El 7 de septiembre marcó un día sombrío para muchos, ya que se cumplen dos años desde que nos dejó la inigualable María Jiménez. Esta artista, con su esencia indomable, parecía siempre desafiar a la muerte. Recuerdo aquel momento en 2019 cuando despertó de un coma tras tres meses en la UCI por una obstrucción intestinal. Con ese descaro característico soltó: «Ya verás para coger el sueño esta noche». ¡Qué grande era!
Una despedida que fue un homenaje
Después de su partida, Sevilla entera salió a las calles para dar el último adiós a una mujer que había tocado el corazón de muchos. Su féretro paseó por Triana en un elegante coche de caballos, y mientras avanzaba, los aplausos y los «oles» resonaban como un eco del cariño que siempre le tuvieron. Como ella quería, lució el mantón de manila heredado de su madre y esas plumas de pavo real que simbolizaban su renacer artístico con el disco Donde más duele, donde vendió más de 600.000 copias.
Aquel álbum llegó cuando tenía 52 años, justo cuando España necesitaba escucharla. Y no solo eso; María supo zarandear con sus caderas la moralina propia de una sociedad acomplejada y hacer reír a todos mientras cantaba sobre placeres prohibidos y realidades dolorosas. Su legado es inmenso y va más allá del tiempo.
Su capacidad para conectar con cada letra hizo que pareciera ser ella quien escribía las canciones más desgarradoras. Cada vez que interpretaba temas como Aquella/Cheque en blanco, lo hacía desde lo más profundo de su ser, dejando claro que sólo desde el sufrimiento se puede cantar al desencanto.
No solo fue una voz; fue un símbolo para quienes luchan contra viento y marea en este mundo tan desigual. Con sus orígenes humildes recorrió tablaos desde joven y nunca dejó que nadie la hiciera sentir menos. En el documental María Jiménez. Mi mundo es otro, ella misma relata cómo desafiaba las expectativas impuestas sobre las mujeres de su época.
A pesar del sufrimiento y las adversidades, María brilló como ninguna otra en el escenario, llevando alegría incluso en sus momentos más oscuros. Su música seguirá resonando porque ella era auténtica, salvaje y libre hasta el final.