El verano ha traído consigo una tormenta de boicots que no para de crecer, con la música como telón de fondo. Desde los festivales ligados a KKR, un conglomerado estadounidense en el punto de mira por sus intereses en Israel, hasta las críticas dirigidas hacia artistas como Rosalía, la comunidad se ha alzado para exigir pronunciamientos claros sobre la guerra en Gaza. Sin embargo, lo curioso es que, a pesar del clamor popular y las campañas contra estos eventos, la asistencia ha superado todas las expectativas. Este año, muchos festivales han roto récords históricos.
Las Consecuencias del Boicot Musical
En medio de esta polémica, llega el turno de Radiohead, quienes están bajo el escrutinio público por su aparente silencio ante lo que ocurre en Gaza. El movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) ha centrado su atención en ellos al considerar que su falta de pronunciamiento es cómplice del genocidio palestino. Con conciertos programados en Madrid para noviembre, la presión está más fuerte que nunca.
Y aunque algunos podrían pensar que todo esto afectaría a los festivales, la realidad es bien diferente. Sónar, por ejemplo, logró atraer a 161.000 asistentes este año; Arenal Sound igualó su récord con 300.000 personas y otros como Resurrection Fest, también han visto cifras similares. La gente sigue asistiendo a estos eventos con fervor y pasión.
No obstante, las tensiones son palpables; artistas como Arca decidieron dar un paso atrás al cancelar su actuación tras verse envueltos en esta maraña política. Otros han optado por mantener sus shows mientras lanzan mensajes sobre Gaza durante sus presentaciones.
No se puede ignorar que figuras internacionales también están alzando la voz. Músicos como Brian Eno organizan eventos benéficos para apoyar causas justas mientras otros se encuentran atrapados entre dos aguas intentando navegar estas difíciles corrientes.
A medida que avanzamos hacia el otoño y los festivales empiezan a planear sus carteles para el próximo año, queda claro que la batalla cultural apenas comienza. Las redes sociales seguirán siendo un campo fértil para debates acalorados sobre derechos humanos y responsabilidad artística mientras esperamos ver cómo reaccionan estos gigantes musicales ante un mundo cada vez más polarizado.