En un mundo donde la música se ha vuelto tan accesible, nos encontramos ante una gran pregunta: ¿realmente Spotify nos abre los oídos o, por el contrario, nos los cierra? Con su enorme catálogo y variedad de géneros, parece que tenemos todo al alcance de un clic. Pero, a veces, ese exceso puede hacer que terminemos escuchando siempre lo mismo.
Imaginemos a esos jóvenes que, gracias al streaming, pueden descubrir nuevos ritmos con solo deslizar su dedo. Sin embargo, hay algo inquietante en esto. Las plataformas como Spotify parecen estar diseñadas para mantenernos enganchados pero en un camino seguro y predecible. En lugar de sorprendernos con nuevas propuestas arriesgadas como hacían las radios de antaño o MTV, ahora el algoritmo decide por nosotros. Sí, podemos intentar escapar del bucle dándole un vistazo a lo que escuchan nuestros amigos o explorando nuevos estilos; pero seamos sinceros: ¿cuántos realmente nos tomamos ese tiempo?
Un mar de opciones… pero muy poco profundo
La periodista estadounidense Liz Pelly, en su libro «Mood machine: The rise of Spotify and the costs of the perfect playlist», lanza una crítica certera sobre esta situación. Según ella, Spotify no solo crea listas personalizadas sino que también fomenta la creación de «artistas» sin alma que producen música más como fondo para nuestras tareas diarias que como obras dignas de ser escuchadas. Al final del día, la música se convierte en una serie de archivos sonoros sin contexto ni historia.
No es raro pensar que al escuchar a Lorde, en realidad lo hacemos a través del filtro impersonal de Spotify. En lugar de ser nosotros quienes elegimos qué escuchar, parece que ellos toman esa decisión por nosotros. Entonces surge la pregunta: ¿es Spotify realmente un puente hacia nuevos horizontes musicales? O tal vez esté más enfocado en mantenernos dentro de nuestra zona de confort.
Aún así, hay una luz al final del túnel: si verdaderamente queremos explorar más allá del algoritmo y salir de esa burbuja musical construida a medida, está en nuestras manos hacerlo. Buscar nuevas listas y atrevernos a investigar puede ser nuestro salvavidas musical. Y para aquellos aventureros entre nosotros —como yo— que disfrutamos mezclando géneros dispares como Blackpink, Ozzy Osbourne, o incluso Bad Bunny, ¡que siga el juego! Al final del día somos nosotros los responsables de decidir cómo navegar este océano sonoro.