El pasado 4 de agosto fue un día que Tony Bonet, reconocido diseñador ibicenco, jamás olvidará. Este creador de moda, famoso por su trabajo en Adlib, se encontró con una situación que parecía sacada de un sueño: la reina Letizia luciendo uno de sus vestidos en la recepción real en los jardines de Marivent. Y es que, aunque estaba acostumbrado a ver sus diseños desfilar en pasarelas, nunca imaginó que uno llegaría hasta la realeza.
Un encuentro lleno de emoción
La jornada comenzó como cualquier otra para Tony, quien aguardaba pacientemente junto a otros invitados. De repente, su amiga Virginia le susurró: «He visto a la reina, va vestida de blanco». En ese instante, una chispa recorrió su mente; la silueta le sonaba familiar. Sin embargo, sin gafas y desde lejos no podía estar seguro. Con cada paso hacia el encuentro real, esa sensación se intensificaba.
Al tener finalmente a la reina frente a él, todo encajó y exclamó: «¡Es mi vestido!». La emoción lo invadió por completo y describió ese momento como si su cerebro hubiese entrado en modo Homer Simpson: un caos entre nervios y alegría pura. «No me esperaba esto», confesó entre risas. Cuando finalmente logró saludarla y presentarse como el creador del vestido de su majestad, las palabras fluyeron casi sin control.
Pero ¿qué tiene este vestido llamado Mery? Un diseño artesanal hecho con batista bordada, pensado para resaltar la figura femenina mientras ofrece comodidad gracias a su corpiño elástico. Además cuenta con prácticos bolsillos, algo esencial según Tony: «No hay nada más incómodo que una prenda sin ellos».
A pesar del aluvión de solicitudes tras ver a Letizia lucirlo tan espléndidamente, Bonet enfrentaba un reto considerable: encontrar los materiales originales en pleno agosto cuando muchos proveedores están cerrados por vacaciones. Pero su entusiasmo es contagioso; ya está preparando el relanzamiento del Mery 2.0.
Tony sueña con vestir alguna vez a personalidades como Rosalía o incluso realizar una propuesta para las jóvenes princesas Leonor y Sofía. Para él no hay mayor satisfacción que ver a alguien llevar uno de sus diseños por la calle; ¡eso es pura felicidad!