¿Puede ser posible que alguien haya arrancado una piedra del emblemático Acueducto de Segovia y la quiera vender en internet? Pues sí, amigos. Esa es la última locura que ha llevado al Ayuntamiento a tomar cartas en el asunto y presentar una denuncia ante la Fiscalía. Todo comenzó cuando un ciudadano decidió subastar una piedra con un precio de salida de mil euros, justificando su acción como una protesta por lo que él consideraba el abandono de este monumento tan querido por todos nosotros.
Un acto de protesta o un delito?
El anuncio fue difundido por las redes sociales como si se tratara de una auténtica oportunidad para coleccionistas: una piedra del Acueducto, 17,3 kilos de granito puro. Acompañaba al anuncio varios vídeos donde se podía ver cómo esta piedra estaba suelta y terminaba en el suelo. El autor, conocido por su activa defensa del patrimonio local, afirmaba tener buenas intenciones, prometiendo donar el dinero recaudado a una causa elegida por quien comprara la piedra.
No obstante, según explicó Alejandro González Salamanca, concejal de Urbanismo y Patrimonio, esto no es más que un despropósito. La realidad es que la piedra no se había caído; ¡fue arrancada! Y no solo eso: ni siquiera forma parte del Acueducto en sí mismo, sino que proviene de un muro anexo situado en la plaza de Avendaño. Este edil ha dejado claro que cualquier intento de menoscabar nuestro patrimonio será tomado muy en serio.
Así las cosas, el Ayuntamiento ha exigido al implicado que devuelva inmediatamente la piedra al Museo Provincial para su conservación y posterior reposición. Además, han trasladado el caso a la Junta de Castilla y León por si esto constituye una infracción grave a la Ley de Patrimonio. González Salamanca fue contundente: «No vamos a tolerar ninguna acción que perjudique nuestro monumento». Suena claro y directo.
Para rematar, también están considerando abrir un expediente sancionador debido a que estas acciones van contra nuestra normativa municipal sobre el cuidado del Acueducto. Esto nos recuerda cuán importante es proteger lo nuestro; después de todo, ¿quién quiere ver tirados nuestros tesoros culturales?