La controversia ha estallado en el mundo del cine tras el anuncio del rodaje de La Odisea, la última película de Christopher Nolan, en Dajla, una ciudad saharaui bajo ocupación marroquí. Figuras destacadas como Javier Bardem, Carolina Yuste, y reconocidos directores como Icíar Bollaín y Rodrigo Sorogoyen han decidido alzar la voz para protestar contra esta elección, que consideran insensible y perjudicial.
Una llamada a la conciencia cinematográfica
El Festival Internacional de Cine del Sáhara Occidental (FiSahara) se ha unido a este clamor, pidiendo a los responsables de la producción que den explicaciones sobre su decisión. «El Sr. Nolan filmó allí sin el consentimiento del pueblo saharaui», reza el manifiesto, recordando que cualquier permiso obtenido provino únicamente del ocupante marroquí. Este acto no es solo un desliz; es una forma de contribuir a la normalización de una situación injusta.
Aquellos que se oponen argumentan que Marruecos ha transformado Dajla en un destino turístico que oculta su ocupación tras actividades superficiales como el kitesurf o festivales culturales. En sus palabras: «Marruecos está maquillando su brutalidad con eventos culturales». Este escenario dista mucho de ser el lugar idílico que Nolan imagina para su película.
No contentos con simplemente criticar, los firmantes exigen que las escenas grabadas en Dajla sean excluidas del montaje final. Además, hacen un llamado al director para comprometerse con quienes luchan por los derechos humanos en la región y utilizar su plataforma para visibilizar esta crisis olvidada por muchos.
Concluyen invitando a Nolan y a su equipo a asistir al próximo FiSahara, donde podrían vivir la realidad saharaui de primera mano: «Nos gustaría que se quedaran con una familia saharaui y vieran cómo realmente son las cosas». Es un recordatorio claro: «No les quitaremos ojo». Así termina este manifiesto cargado de pasión e indignación por un pueblo cuya voz sigue siendo silenciada.