La música ha perdido a uno de sus grandes referentes. Flaco Jiménez, el rey indiscutible del acordeón tex-mex, nos dejó este jueves a los 86 años, tras una larga batalla contra la enfermedad. Nacido en San Antonio, Texas, el 11 de marzo de 1939, Flaco no solo heredó el talento musical de su familia; también lo llevó más allá de las fronteras de lo convencional.
Un legado que trasciende generaciones
Con un estilo único y una habilidad innata para fusionar ritmos como polkas y rancheras con rock y blues, logró conquistar a artistas de la talla de los Rolling Stones y Joaquín Sabina. ¿Quién puede decir que ha compartido escenario con leyendas tan diversas? Su trayectoria estuvo marcada por colaboraciones memorables y un sinfín de premios Grammy que celebraron su impacto en la música.
Flaco no solo fue un músico; fue un puente entre culturas. Desde su emblemático disco ‘Ay te dejo San Antonio’, donde rinde homenaje a su padre, hasta su participación en supergrupos como Texas Tornados o Los Super Seven, su vida estuvo dedicada al arte de conectar personas a través del sonido. A menudo decía: «El acordeón es mi voz», y vaya si supo usarla para contar historias llenas de alegría y melancolía.
En los años 90 alcanzó la cima con álbumes destacados que se escuchan hasta hoy en plataformas como Spotify. Su interpretación del clásico ‘Carmelita’, junto a Dwight Yoakam, se ha convertido en un himno para muchos. Con cada nota que tocaba, Flaco ofrecía una pieza del alma texana que resuena en todos nosotros.
Aunque ya no esté físicamente entre nosotros, su música seguirá viva. Flaco Jiménez dejó una huella imborrable que permanecerá resonando en nuestros corazones y oídos por generaciones.