En un giro significativo para la industria del cine en España, el Gobierno ha planteado la inclusión obligatoria de un coordinador de intimidad en los rodajes, especialmente en aquellas escenas que involucran contenido sexual. Esta propuesta surge como parte de la iniciativa de Yolanda Díaz, nuestra vicepresidenta, para modernizar las relaciones laborales en el ámbito artístico. Pero, ¿realmente estamos listos para este cambio?
La necesidad de un espacio seguro
La directora de la Acadèmia del Cinema Català lo resume bien: “No sé si se puede imponer esta obligatoriedad sin una formación homologada”. Sin embargo, muchos coinciden en que cualquier medida que evite acosos y promueva buenas prácticas es más que bienvenida. Àlex Casanovas, presidente de la Associació de Professionals de la Interpretació i la Direcció de Catalunya, lo dice claro: “Crear un ambiente seguro impulsa nuestra creatividad”. Este tipo de supervisión no era necesaria antes; dependía del buen hacer de cada productora. Ahora, su obligatoriedad marca un paso adelante.
Casanovas también señala cómo a menudo, cuando se pasa del papel a la acción, surgen miedos y tabúes. Asegura que tener a alguien especializado ayudará a que las interpretaciones sean mucho más auténticas y fluidas. En este contexto surge la figura del coordinador, cuya misión va más allá de evitar situaciones incómodas; busca garantizar que todos los implicados se sientan cómodos y respetados durante el rodaje.
Aunque algunos son escépticos sobre cómo implementarlo sin una base sólida formativa —la directora Aubia destaca esta inquietud— hay quienes ya están trabajando en ello. La ESCAC ha lanzado cursos específicos para formar a futuras coordinadoras. Es cierto que esta especialización es nueva y debe ser cuidada con delicadeza.
Pese a las dudas iniciales sobre su aplicación inmediata, lo cierto es que dar este paso nos acerca a una cultura cinematográfica más respetuosa e inclusiva. Todos queremos ver cambios reales; así que esperemos que estos esfuerzos vayan por buen camino.