El Café Central, ese emblemático refugio para los amantes del jazz en Madrid, está a punto de cerrar sus puertas. La noticia ha caído como un jarro de agua fría entre sus fieles seguidores, ya que el local, situado en la plaza del Ángel, no puede hacer frente a las exigencias de alquiler que le imponen sus propietarios. Desde su fundación hace 43 años, este espacio se convirtió en un auténtico santuario donde artistas nacionales e internacionales han dejado huella.
Un cierre que deja una herida abierta
El rodillo implacable de los precios en la capital ha llevado al Café Central a una situación insostenible. Aunque la dirección había intentado negociar con los dueños del local, no hubo acuerdo y la decisión de clausura se confirmó este miércoles. Con lágrimas en los ojos, el personal comienza a recibir la dura noticia; 35 trabajadores se ven obligados a buscar nuevos caminos laborales mientras se abre un buzón para sugerencias sobre un posible nuevo local.
Desde su apertura en 1982 por un grupo de estudiantes antifranquistas que compartían una pasión por el jazz, el café ha sido testigo de actuaciones memorables. Figuras como Paquito D’Rivera, Kenny Barron, y muchos más han llenado su escenario con melodías inolvidables. El Café Central no solo era un lugar donde escuchar música; era un espacio donde las vidas se entrelazaban y las notas resonaban entre conversaciones y risas.
A lo largo de los años, este pequeño garito se transformó en uno de los clubes más reconocidos mundialmente. La revista especializada Downbeat lo incluyó entre los mejores clubes de jazz del mundo, junto a otros locales icónicos. Y es que aquí también se han grabado discos importantes y parte de películas recientes que buscan capturar la esencia mágica del lugar.
A pesar de esta difícil despedida, aún hay esperanza. Los próximos conciertos seguirán programándose hasta mediados de agosto con algunos artistas habituales, como Joshua Edelman. Pero nadie puede evitar sentir que estamos ante el final de una era; el Café Central siempre será recordado como un lugar donde la música vibraba con fuerza y la comunidad se sentía viva.