El pasado martes, el impresionante castillo de Bellver se convirtió en el escenario de un viaje musical inolvidable. Maria del Mar Bonet, la voz mallorquina por excelencia, ofreció un concierto que no solo evocó recuerdos, sino que también reafirmó su profundo compromiso con la música y las raíces que nos unen. Con el disco Al Olympia como hilo conductor, esta actuación no fue simplemente una mirada al pasado; fue una celebración viva de la cultura y la identidad.
Un repertorio lleno de historia y emoción
A lo largo de la velada, sonaron clásicos como Men aniré de casa, Nina Ninona, y Cor per una bona mort, cada uno cargado de historias y emociones que resuenan a través del tiempo. No obstante, lejos de caer en la trampa de la nostalgia pura, Maria del Mar también supo dar cabida a nuevas creaciones como L’arbre campaner, mostrando que su arte está más vivo que nunca.
Entre melodía y melodía, compartió reflexiones sinceras sobre el valor de reinterpretar las canciones antiguas. «Hay que atreverse a versionarlas», dijo con firmeza, defendiendo así una visión fresca y renovadora del folclore. Sus palabras resonaron entre los presentes, creando un ambiente íntimo donde todos parecían compartir un mismo sueño: hacer realidad esa conexión entre música y vida.
El cierre del espectáculo llegó con una potente interpretación de Què volen aquesta gent, un tema que había quedado fuera del Olympia original hace cincuenta años. Este momento se sintió como un regalo compartido entre artista y público, dejando en el aire una mezcla palpable de emoción y complicidad.