El Ministerio de Cultura ha dado un gran paso adelante al presentar un ambicioso plan que busca democratizar el acceso a la cultura en España. Con un presupuesto de 79 millones de euros y nada menos que 146 medidas, este proyecto no solo pretende facilitar la participación cultural, sino también redefinirla como un derecho fundamental, especialmente en tiempos donde la libertad y la igualdad parecen estar en entredicho.
Un compromiso con la democracia cultural
Durante su presentación en los jardines del Museo Reina Sofía, el ministro Ernest Urtasun dejó claro que “garantizar la democracia cultural es nuestra prioridad”. Y es que ya era hora de que se tomara en serio el hecho de que los derechos culturales son derechos humanos fundamentales. La idea es clara: transformar lo cultural en un bien común accesible para todos.
A pesar de las buenas intenciones, queda mucho camino por recorrer. Aunque se han movilizado 79 millones, muchos todavía esperan con ansias una ley definitiva que concrete estos derechos culturales; algo que Urtasun admite no será posible hasta 2027. Pero hay luz al final del túnel: gracias a un proceso participativo donde han participado alrededor de 300 expertos y más de mil ciudadanos, se han puesto sobre la mesa propuestas concretas.
Aquí viene lo interesante: entre las medidas se encuentran descuentos especiales para sectores vulnerables como familias monoparentales o personas con discapacidad. También se prevé llevar cine a zonas rurales, donde las pantallas comunitarias están desapareciendo. Así sí se puede fomentar una cultura inclusiva.
No obstante, el plan va más allá y busca combatir problemas como la censura, haciendo hincapié en crear un código general de buenas prácticas para proteger la libertad creativa. Este es un tema muy relevante cuando hemos visto tantas cancelaciones arbitrarias recientemente.
En resumen, aunque aún falta mucho por hacer y los desafíos son enormes, este plan podría ser el primer ladrillo para construir una política cultural más justa e inclusiva. El tiempo dirá si realmente logramos avanzar hacia una verdadera democratización cultural o si todo queda en palabras vacías.