En una charla sincera durante el pódcast 17 grados, el artista mallorquín Xavibo dejó caer algunas verdades sobre su relación con la isla que lo vio nacer. Con un tono lleno de nostalgia, risas y críticas constructivas, confesó sin tapujos su profundo cariño por Mallorca, aunque también reconoció que las cosas han cambiado mucho. A mí me encanta Mallorca, lo disfruto muchísimo, soy muy mallorquín, compartió con una sonrisa. Sin embargo, no tardó en añadir que el turismo ha dejado su huella: Pero sí que es verdad que nos ha comido muchísimo. Y es cierto; en verano, esos trayectos de 15 minutos se convierten en auténticas odiseas de más de media hora. ¡El tráfico se vuelve insoportable! Esto le duele al cantante, quien lamenta cómo la vida cotidiana se ve alterada por esa invasión.
La otra cara de Mallorca
Xavibo también defendió a capa y espada la temporada baja: “Mallorca en invierno está súper infravalorada”. Para él, ese ritmo pausado y auténtico es lo que realmente define el alma de la isla. Es una parte del paraíso que pocos llegan a conocer. Durante la charla, salió a relucir esa sensación de pueblo que muchos sienten en Palma, donde parece que todos los jóvenes se conocen. El cantante asintió: Sí, sí. En nuestra ciudad pequeña cada uno tiene su historia entrelazada con la del otro. Es un microcosmos social donde las conexiones son inevitables.
Las palabras de Xavibo llegan en un momento efervescente de su carrera artística. Después de sorprender a sus seguidores disfrazado de Papá Noel en el metro, ahora ha llevado sus ideas aún más lejos al pasar trece días encerrado en un escaparate en Madrid como parte de una performance audaz. Durante esas dos semanas, ese escaparate fue todo para él: casa, refugio y escenario. Una propuesta arriesgada que explora los límites entre lo público y lo íntimo.
Con estas reflexiones sobre su amor y frustraciones hacia Mallorca sumadas a sus intervenciones creativas e impactantes, Xavibo se va consolidando como uno de los artistas más auténticos del panorama español. Su capacidad para convertir esta isla mágica en poesía y crítica social está dejando huella.