Era un día cualquiera de verano, pero en las calles de Palma había una energía especial. El colectivo artístico ‘Es 4 cantons’ decidió que ya era hora de ponerle un alto a la saturación turística. Con cartulinas cuadradas y una cruz amarilla sobre fondo rojo, lanzaron un mensaje claro: «Prohibido aterrizar». Este símbolo, tan propio del ámbito aeronáutico, se convirtió en su grito de guerra. ¿Por qué más visitantes si las condiciones ya no dan?
Un grito desde el arte
Sergio Monje, uno de los artistas detrás de esta iniciativa, explica que el arte no puede ignorar lo que está pasando a su alrededor. “El turismo está en el aire que respiramos”, dice con tristeza. No es para menos; su obra ha sido influenciada por este fenómeno desde 2019 y ha conseguido captar la atención con proyectos como ‘Todas las costas posibles’, donde utilizó un archivo fotográfico impresionante para reimaginar el paisaje balear a través de inteligencia artificial.
La reflexión se hace necesaria cuando escuchas a personas como él: “El sonido de los aviones es tan natural para nosotros como el canto de los pájaros”. Y es que no solo son palabras vacías; hay una lucha detrás. La vida cotidiana en Mallorca se ha vuelto insostenible para muchos, obligando incluso a algunos residentes a pensar en marcharse mientras otros siguen llegando como si nada pasara.
A pesar del ambiente crítico que rodea al turismo y sus efectos negativos, Monje sostiene que ahora mismo es complicado para los creadores ser completamente honestos sin temor a represalias o incomprensiones. La candidatura de Palma como capital europea de la cultura en 2031 parece más bien un intento por blanquear una industria turística desgastada.
Las voces disidentes están surgiendo en cada rincón y canciones como ‘La isla del contraste’ del rapero Slim Hanzo resuenan fuerte entre las generaciones más jóvenes. “En Serralta, un yonqui duerme debajo de un banco y a dos calles hay un sueco con seis ceros en el banco”, canta este filósofo convertido en artista urbano, reflejando así una realidad inquietante.
Mientras tanto, otros artistas siguen explorando esta temática; Los Atunos Rojos y Miquel Brunet también han contribuido con sus propias obras contra esta invasión constante. Pero claro, ¿qué futuro les espera a los mallorquines si todo sigue igual? Sin duda alguna, la comunidad artística está decidida a luchar por mantener viva su esencia frente al monocultivo turístico.