En el corazón de Lisboa, Lorenzo de Medici, el último descendiente de la famosa familia que dominó Florencia durante el Renacimiento, se sienta a reflexionar sobre su legado. Con 74 años y un puñado de novelas históricas bajo el brazo, ha decidido abrir las puertas de su pasado familiar en su nuevo libro ‘Los Medici, mi familia’, donde no teme desnudarse ante los ojos del lector.
Un legado marcado por la ambición
La historia de los Medici es fascinante y compleja. Desde ‘Il Magnifico’, que impulsó a gigantes como Miguel Ángel, hasta los avatares familiares menos conocidos. Pero Lorenzo deja claro que no todo lo que brilla es oro: “La fama impresionante de mis antepasados como mecenas fue una operación de márketing fantástica”, asegura con sinceridad. En sus páginas se encuentran tanto recuerdos entrañables como sombras inquietantes; hay anécdotas familiares pero también críticas directas a aquellos que han hecho mal uso del apellido Medici.
Aunque muchos podrían pensar que la saga está relacionada con la libertad, Lorenzo sostiene que lo primordial siempre ha sido el poder: “El objetivo era adquirirlo a toda costa”. A diferencia de sus ancestros conocidos por su grandilocuencia, él se muestra reservado y reflexivo respecto a su vida personal y su futuro familiar. “No hemos discutido sobre tener hijos”, confiesa. Quizá esa falta de descendencia sea un eco del pasado; algo que parece pesar sobre sus hombros.
Y mientras las series y programas sobre los Medici proliferan en la pantalla, Lorenzo siente la necesidad de poner las cosas en claro: “Hay muchas mentiras flotando por ahí”. Toma como ejemplo un episodio famoso en una serie donde Juan de Medici muere envenenado; él afirma rotundamente: “No es cierto. Murió en su cama”.
Por si fuera poco, mantiene una relación curiosa con España y con la figura del rey emérito Juan Carlos I. En el libro lo describe como alguien atrapado entre dos mundos; alaba algunos logros pero también critica sus inseguridades frente a su propia historia. Una anécdota revela cómo Juan Carlos reaccionó molesto cuando le llamaron ‘alteza real’ en lugar del más correcto ‘alteza serenísima’. Para Lorenzo, eso dice mucho sobre cómo vivía la presión del poder.
Así sigue Lorenzo meditando sobre un pasado glorioso y complejo mientras mira hacia un futuro incierto para su linaje. Y aunque pueda parecer distante por ser parte de una dinastía famosa, al leerle sentimos que comparte más similitudes con nosotros de lo que uno podría imaginar.