María Agúndez, una autora zaragozana de 1990, comienza su novela ‘Casas limpias’ con una frase que resuena en el corazón de quienes pasan sus días limpiando: «Me paso el día limpiando». Con un tono que mezcla humor y crítica social, Agúndez nos invita a mirar lo que muchos prefieren ignorar. En esta obra, no solo se habla de baldosas brillantes y casas relucientes; se trata de la lucha diaria, del esfuerzo oculto detrás del capitalismo doméstico.
La protagonista, Sol, es madre primeriza y se encuentra atrapada en las exigencias de un artista mientras hace malabares entre la limpieza y sus propios sueños. «Los martes hago una limpieza general», dice ella, pero esta rutina va mucho más allá: es una batalla constante entre la intimidad y el servilismo. La relación entre los empleadores y empleados no es sencilla; está llena de matices que atraen tanto como repelen. Alizée Delpierre lo describe perfectamente en su ensayo ‘Servir a los ricos’, donde explora cómo esas dinámicas revelan mucho sobre nuestra sociedad.
Reflejos de Realidades Cotidianas
Aguijonea nuestra curiosidad pensar en cuántas historias cotidianas pasan desapercibidas. La autora recuerda una cena con amigos donde se mencionó que algunas parejas ni siquiera conocían el nombre de su asistenta. ¿Qué dice eso sobre nosotros? ¿Cómo puede coexistir el progreso con la necesidad del servicio doméstico? Se cuestionan temas cruciales mientras Agúndez hace reír y reflexionar a partes iguales.
Pensamos en las heroínas vulnerables del mundo literario: desde Margaret Qualley hasta Freida McFadden, ellas representan esa fuerza oculta que desafía al sistema. Agúndez no se detiene ahí; también denuncia cómo las trabajadoras son tratadas como simples utilerías en la vida diaria. Pero aquí hay algo más profundo: al final del día, todos queremos ser vistos y valorados por lo que somos.
Así pues, ‘Casas limpias’ se convierte en un espejo donde podemos ver reflejadas nuestras contradicciones sociales. Y aunque a veces pueda parecer inverosímil que alguien cruce esa línea entre clases, nos damos cuenta de que quizás no sea tan extraño después de todo. Si hay algo claro es que estas narrativas son necesarias para abrir los ojos a realidades invisibles.