Recientemente, Lluís Llach, el reconocido cantautor y activista, estuvo en Girona presentando su novela ‘El llibre daurat’, una historia que nos transporta a un siglo XIII imaginario, pero que resuena con los ecos de Catalunya y su conflicto actual. Durante la presentación, Llach no solo habló de literatura; también se adentró en sus sentimientos sobre el independentismo y cómo ha evolucionado su visión a lo largo de los años.
Cuando le preguntan si siempre está triste, él responde con una sonrisa: «Es mentira, no lo estoy. Pero el Empordà tiene esa socarronería que parece un deporte para nosotros». Con 77 años, reconoce que ha vivido momentos difíciles y que muchas de sus canciones eran respuestas a circunstancias complejas como el franquismo o la censura. «Las canciones alegres no gustaban», confiesa. Y es que tras casi cuatro décadas cantando, algunos pueden haberlo encontrado pesado.
Reflexiones sobre un futuro incierto
Llach también reflexiona sobre el estado del independentismo en Catalunya: «Hoy por hoy hay un desaliento absoluto». La división entre los partidos se siente más aguda que nunca. «No solo han fallado los políticos; todos hemos fallado», dice con cierta melancolía. Desde su perspectiva, la represión del Estado ha influido enormemente en este desánimo colectivo.
A pesar de todo, hay espacio para la esperanza: «Quizás surjan nuevas voces». Pero también es consciente de las dificultades actuales y cómo vivir bien dentro del sistema español puede hacer que muchos tengan miedo de arriesgarse por un cambio real.
En cuanto a sus creencias personales, Llach se muestra abierto a explorar medicinas no convencionales e incluso menciona chamanes en Senegal como ejemplos de prácticas curativas arraigadas en la tradición.
Finalmente, cuando se le pregunta si sacrificaría su vida por la independencia catalana, responde: «Racionalmente diría que sí», pero aclara que hay mucho más en juego cuando uno enfrenta esa realidad.