En una noche que prometía ser común, un colectivo animalista decidió dar un paso al frente y proyectar un mensaje contundente en la fachada del Palacio Apostólico. La organización PETA no se anduvo con rodeos y mostró el número 200.000, representando las firmas recogidas para solicitar al nuevo papa, León XIV, que corte los lazos de la Iglesia con la brutal industria de las corridas de toros. Esta acción fue más que una simple proyección; fue una llamada a la conciencia de todos aquellos que aman a los animales.
La voz de muchos se hace eco
PETA ha sido clara en su postura: después de reunir casi 200.000 firmas pidiendo al anterior papa, Francisco, que denunciara esta práctica cruel, ahora es el turno del actual pontífice. En su página web, afirmaron con convicción que «cientos de miles de católicos compasivos en todo el mundo han levantado la voz contra la tortura de toros en las corridas» y exigieron que la Iglesia se pronuncie al respecto. Lo cierto es que estas palabras resuenan fuerte entre quienes creen en una fe llena de compasión.
Recordemos también que el papa Francisco, quien hace años fue nombrado Persona del Año por PETA, escribió en su encíclica Laudato Si: «Cada acto de crueldad hacia cualquier criatura es contrario a la dignidad humana». Y eso nos lleva a pensar: ¿es correcto que los sacerdotes sigan oficiando ceremonias religiosas en plazas de toros? Desde PETA argumentan firmemente que estas acciones deberían ser categóricamente condenadas por el Vaticano.
El video compartido por PETA en su cuenta de X muestra cómo sus mensajes iluminaban el edificio papal con frases como «la tauromaquia es un pecado», dejándonos claro que este movimiento no solo busca visibilidad, sino también generar un cambio real. Es momento de reflexionar sobre nuestra relación con los animales y cuestionarnos si estamos realmente alineados con los valores cristianos.