En Zaragoza, el viento aún susurra los ecos de dos noches mágicas en el Príncipe Felipe. El dúo Amaral, ese tesoro aragonés que ha conquistado corazones, ha ofrecido un espectáculo deslumbrante. Eva y Juan han vuelto a llenar su tierra natal, mostrando que su conexión con la ciudad sigue siendo tan fuerte como siempre.
La música como refugio y pasión
El nuevo disco de Amaral, Dolce Vita, es más que una colección de canciones; es su particular Jardín del Edén. Eva Amaral comparte con nosotros lo complicado que fue llevar esa belleza al escenario: «Hemos cuidado cada detalle y la energía del público ha sido increíble». Y así, entre acordes y melodías, ellos logran transmitir una emoción palpable.
Juan Aguirre reflexiona sobre el futuro: «Acercar el estudio al escenario es un reto», dice con esa sinceridad que les caracteriza. Recuerdan sus inicios llenos de garitos pequeños donde todo comenzó. «Fueron tiempos divertidos», añade Juan mientras recuerda cómo tocaban para unas pocas almas que ya sentían esa conexión especial.
Zaragoza sigue vibrando con música. A pesar de estar lejos durante temporadas, siempre hay algo especial al volver. Eva lo expresa así: «Cuando vuelves a casa sientes una mezcla de emociones. Cada rincón trae recuerdos». Esa nostalgia se convierte en inspiración para nuevas canciones, como ZGZ, donde plasman esos sentimientos tan profundos.
A veces, mirar hacia atrás es reconfortante; otras, puede resultar doloroso. Pero para ellos, seguir creando es lo esencial. «No hacemos planes de futuro», confiesa Eva; sin embargo, ambos saben que la chispa creativa está viva en cada acorde nuevo que comparten juntos. La historia continúa escribiéndose día a día.