La cultura se ha visto sacudida esta semana al sentarse en el banquillo de los acusados figuras como Harvey Weinstein, Gérard Depardieu y Sean Diddy Combs. Estos juicios son una prueba palpable de que el movimiento MeToo sigue tan vivo como hace ocho años, cuando las mujeres decidieron romper su silencio y contar sus verdades más crudas.
Recordemos cómo empezó todo. Fue un 5 de octubre de 2017 cuando The New York Times publicó aquel artículo revelador sobre Weinstein, el fundador de Miramax, que desató una ola de valentía entre mujeres en todo el mundo. Alyssa Milano lo dejó claro en sus redes sociales: «Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente escribieran ‘MeToo’ como estado, podríamos dar a la gente una idea del problema real». Y así fue, actrices como Gwyneth Paltrow y Jennifer Lawrence se sumaron a este grito colectivo.
Los juicios que vuelven a abrir heridas
Este abril comenzó un nuevo capítulo para Weinstein tras anularse su condena previa a 23 años por violación y agresión sexual. Con nuevos cargos sobre la mesa, el productor enfrenta acusaciones escalofriantes, incluyendo la de una exmodelo polaca que vivió momentos aterradores mientras intentaba abrirse camino en el cine. Su testimonio nos deja sin aliento: «Me dijo que me desnudara… estaba en pánico».
Por otro lado, Gérard Depardieu recibió una condena reciente por agresiones sexuales cometidas durante el rodaje de Les volets verds. Durante el juicio, las víctimas narraron situaciones desgarradoras con frases tan contundentes como: «Mientras me sujeta, me habla con sus ojos de loco». A pesar de ello, él niega las acusaciones.
No podemos olvidar lo que está sucediendo con Sean Diddy Combs. El juicio contra él es más sombrío aún; acusado de delitos gravísimos relacionados con tráfico sexual y violencia física hacia mujeres. Cassie Ventura fue quien se atrevió a contar su experiencia aterradora junto a él; unas sesiones donde él orquestaba encuentros horribles mientras ella sufría abusos físicos y emocionales indescriptibles.
A medida que estos casos avanzan ante los tribunales, queda claro que la lucha contra el abuso no se detiene aquí. La revolución feminista ha marcado un antes y un después; ya no hay vuelta atrás.