En el corazón de Olivenza, el Museo Etnográfico ‘González Santana’ nos invita a hacer un viaje al pasado, a una época donde la medicina empezaba a dar pasos agigantados gracias a la tecnología. Este mes, se destaca una fascinante máquina de Rayos X que fue adquirida en 1930 por el doctor Gabriel Sanabria Fernández. Pero no es solo un objeto antiguo; es un trozo de historia que habla de esfuerzo y dedicación.
La historia detrás del descubrimiento
Imaginemos por un momento cómo sería esa jornada en Cáceres, donde el doctor firmó su contrato en el café Viena. Allí se selló no solo la compra de un generador y una mesa de maniobras, sino también un sueño: poder diagnosticar con precisión. Este equipo incluía todo lo necesario para llevar a cabo radiografías y radioscopias. Es asombroso pensar que ese aparato marcó el comienzo de una nueva era médica.
El doctor Sanabria tenía su consulta en Mérida, en una calle que aún resuena con ecos del pasado. Tras su fallecimiento en 1937, sus hijos heredaron no solo su legado médico sino también este valioso equipo. Y así, como si fuera un testigo mudo del tiempo, pasó a manos del hijo menor, Manuel Sanabria Escudero, quien lo utilizó para cuidar y diagnosticar a los pequeños pacientes que cruzaban la puerta de su consulta.
Finalmente, en febrero del año 2000, la familia decidió donar este legado al museo como homenaje a su padre y a toda una vida dedicada a salvar vidas. ¿No les parece emocionante? Un simple artefacto puede contar historias enteras sobre sacrificio y amor por la profesión médica.