En el corazón del cine español, Celia Rico ha dado un paso más en su carrera con ‘La buena letra’, una película que no solo es un homenaje a la resistencia femenina, sino también un reflejo de las vivencias silenciadas de toda una generación. La historia, basada en la novela homónima de Rafael Chirbes, nos sumerge en los silencios y sacrificios de una familia en Valencia durante la dura posguerra.
Una tortilla que habla por sí sola
A lo largo del filme, vemos a Ana, interpretada magistralmente por Loreto Mauleón, cocinar una tortilla hecha nada menos que con cáscaras de naranja. Una mezcla insólita que simboliza el ingenio y la dignidad con la que estas mujeres sobrevivieron a épocas difíciles. «Tenía muchas ganas de filmar eso», dice Celia al respecto. «Es un gesto que revela gran dignidad y me conecta con mis abuelos; ellos comían hasta la última migaja».
El estreno está programado para este miércoles tras pasar por festivales como el de Málaga y el BCN Film Fest. La película se centra más en los detalles cotidianos y esos silencios cargados de significado que dejan entrever renuncias profundas, lo cual es un guiño a cómo muchos españoles tuvieron que callar y adaptarse ante tiempos complicados.
Celia comparte que esta obra le ofrece una oportunidad única: tener una conversación imaginaria con sus abuelas, quienes vivieron tiempos convulsos pero a las cuales nunca pudo preguntarles sobre sus experiencias. «El personaje de Ana podría ser mi abuela», reflexiona mientras recuerda su historia familiar marcada por el anarquismo.
Ana no está sola; junto a ella están personajes como Tomás, su marido ejemplar, o Antonio y Isabel, quienes reflejan diferentes facetas del ser humano frente a adversidades. Antonio encarna esa búsqueda egoísta del éxito personal mientras Ana representa el sacrificio desinteresado. A través de estos contrastes, Celia logra extraer momentos profundamente emotivos desde la dureza del relato original.
Al final del día, surge una pregunta inquietante: ¿realmente merece la pena tanto sacrificio? Para Celia Rico, lo importante es matizar esa respuesta. No todo debe ser individualismo salvaje; necesitamos cultivar empatía y solidaridad para construir comunidades más fuertes.