Este año, el Día de Sant Jordi en Palma se vivió con una energía especial. Casi 150 escritores locales salieron a las calles, firmando libros y compartiendo sonrisas con sus lectores. Figuras como Sebastià Alzamora, que celebraba los 30 años de su emblemático Rafel, no solo firmó ejemplares, sino que también se tomó un momento para reflexionar sobre lo que significa esta fiesta: «Es el gran día de la palabra y la convivencia, un momento perfecto para celebrar la tolerancia y el diálogo».
Una Fiesta Literaria para Todos
Poco más allá, Felip Munar estaba encantado mientras dedicaba su obra La petjada diària de la religiositat. «Nunca había firmado tantos libros», decía entusiasmado. El ambiente era festivo y contagioso; muchos paseantes se llevaban un libro bajo el brazo, algo que él consideraba extraordinario. Y no era para menos: el sol brillaba con fuerza y todo invitaba a disfrutar del día.
Mientras tanto, Miquel Àngel Lladó aprovechaba cada firma para conectarse con los amantes de la lectura. «Hoy es un día para celebrar el libro y todo lo que representa; es un espacio de libertad», afirmaba emocionado. En otra esquina, Pedro de Montaner, también rodeado por admiradores, destacaba la importancia de hacer visible a los escritores en este evento: «Aquí estamos todos juntos; es magnífico ver cómo nos reconoce la gente».
No solo estaban los autores consagrados; jóvenes talentos como Dora Muñoz, quien ha estado firmando novelas negras desde hace años, disfrutaban del bullicio del público. Para ella, este evento siempre será especial: «Ver tanta gente es maravilloso; hace tiempo que no veía caras conocidas». Mientras tanto, Joan Mayol, preparándose para su próxima novela después del verano, bromeaba sobre lo cómodo que resulta firmar sentado mientras otros están de pie.
Aunque este año fue especial para muchos por diversas razones, fue sin duda Enriqueta Llorca quien se llevó una gran dosis emocional al estrenar su faceta como novelista con Una aventura entre el mar y el cielo. Su alegría era palpable cuando contaba cómo había cambiado su perspectiva tras haber firmado anteriormente solo como ilustradora.
Sant Jordi en Palma fue más que una simple feria del libro; fue una celebración vibrante donde las palabras flotaron en el aire y donde cada autor tuvo la oportunidad de conectar profundamente con su público. Una jornada inolvidable donde todos –lectores y escritores– compartieron esa pasión única por la literatura.