A los 89 años, el universo literario se despide de Mario Vargas Llosa, una figura que ha dejado una huella imborrable en las letras latinoamericanas. Su vida, llena de altibajos y giros sorprendentes, nos lleva desde sus inicios en Barcelona con ‘La ciudad y los perros’ hasta su fallecimiento este domingo en Lima. En el camino, Vargas Llosa no solo se convirtió en un autor destacado, sino también en un ferviente político que soñó con ser presidente de Perú.
Un Compromiso Inquebrantable con la Literatura
Vargas Llosa fue mucho más que un escritor; él veía la literatura como una esposa a la que había que cuidar todos los días. A diferencia de esos escritores autodestructivos que nos han acostumbrado a ver, él optó por un enfoque serio y comprometido. “La broma nunca fue su fuerte”, recuerda su amigo Salvador Clotas. Siempre estaba inmerso en sus trabajos y raramente se le veía relajado entre risas.
Aunque su padre intentó moldearlo a su imagen y semejanza cuando regresó a su vida después de años ausente, Mario eligió otro camino: el de las letras. Desde sus años en la academia militar hasta París, donde se enamoró del mundo literario y también de mujeres como Julia Urquidi y Patricia Llosa —madre de sus tres hijos—, cada paso lo acercaba más a convertirse en el ícono literario que conocemos hoy.
No hay duda de que su historia personal influyó profundamente en su obra. Novelas como ‘Conversación en La Catedral’ o ‘La fiesta del Chivo’ son testigos del rechazo hacia figuras autoritarias y reflejan ese deseo constante de romper con lo establecido.
Su trayectoria no estuvo exenta de controversias. La política ocupó un lugar central en su vida tras firmar un manifiesto apoyando al poeta cubano Heberto Padilla, lo que marcó un giro radical hacia posturas más conservadoras. Quien alguna vez fue considerado parte del ala izquierda terminó siendo criticado por muchos antiguos aliados cuando se pronunció a favor de personajes como Jair Bolsonaro.
A pesar de todo esto, Vargas Llosa continuó dejando claro quién era realmente: un maestro en el arte narrativo capaz de reflexionar sobre temas complejos sin perder nunca esa esencia humana. Ahora nos queda esperar la publicación póstuma titulada ‘¿Un champancito, hermanito?‘, donde seguramente podremos apreciar otra faceta más del genial peruano.