El ambiente en la plaza de toros de Inca era electrizante. Con un lleno absoluto que hacía tiempo no se veía, la expectación estaba en el aire. Los aficionados se agolpaban en los tendidos, mientras el tráfico colapsaba a su alrededor, retrasando el inicio de la esperada corrida. Y es que ¡vaya si había ganas! Después de 97 años sin ver a estos toros en acción, el cartel de «no hay billetes» reflejaba la emoción y pasión que desbordaba este evento.
Un regreso esperado
Cuando finalmente dio comienzo la corrida, la rejoneadora Léa Vicens salió al ruedo con energía y determinación. Aunque su actuación fue un tanto desigual, todos los presentes reconocieron su valentía al enfrentarse a un gran toro. Lamentablemente, no pudo cerrar con broche de oro y perdió algunos trofeos por un mal manejo del rejón de muerte.
El siguiente en salir fue Escribano, quien dejó huella con un recibo capotero impresionante. A pesar de que el toro fue perdiendo fuerza poco a poco, logró una buena estocada que le valió una oreja tras aviso. Pero no todo fue tan sencillo para Colombo; con el tercer toro no tuvo suerte y falló con la espada bajo una atmósfera tensa que terminó en silencio general.
Así transcurrió una jornada cargada de emociones y recuerdos imborrables para todos aquellos que asistieron a este emocionante regreso. La historia sigue viva en cada rincón de Inca.