En un mundo donde las butacas de los cines parecen vacías, hay algo que está tomando cada vez más protagonismo en la pantalla grande: la tortura a personajes humanos. Títulos como Novocaine y Tierra de nadie han desatado una violencia sin límites, un festín escandaloso que dejaría perplejos hasta a los más fervientes defensores de los derechos animales. La escena de la oreja en Reservoir Dogs, aunque impactante, parece un juego de niños comparado con lo que se nos presenta ahora.
No hay compasión ni límites; si un adorable gatito o un pájaro sufren algún daño en pantalla, la cámara se da prisa en ocultar esa imagen al espectador. Y mientras tanto, en los créditos se incluye el típico aviso de que no se ha maltratado a ningún animal… ¿salvo los humanos? La grotesca película Guillermo Tell, por ejemplo, muestra cómo una espada se hunde en el cuello del villano con todo lujo de detalles. Nadie parece inmutarse ante tal espectáculo.
Un cine que se olvida del respeto humano
Este desprecio por la vida humana ha alcanzado niveles alarmantes. No todo puede ser protestas sobre la vivienda; también necesitamos hablar sobre este tipo de contenidos que inundan nuestras pantallas. En títulos recientes como Tierra de nadie, las escenas son tan brutales que no puedo evitar pensar qué pasaría si sus protagonistas fueran figuras públicas polémicas. Las torturas son tan extremas que parecen sacadas de una película de acción donde sólo importa el morbo.
¿Qué le pasa al cine contemporáneo? Se siente como si estuviéramos viviendo una serie interminable de sufrimiento gratuito. Novocaine presenta a Jack Quaid como un anti-héroe cuya única habilidad es resistir dolor, lo cual podría sonar intrigante, pero termina siendo solo una excusa para infligirle cada tipo de tormento imaginable. Desde quemaduras hasta puñaladas; realmente es difícil recordar si su personaje queda entero al final.
A veces creo que hemos tocado fondo con personajes literarios desgastados como Harry Hole, pero aquí estamos nuevamente viendo cómo el cine nos ofrece visiones aún más desoladoras. Este nuevo estilo cinematográfico parece diseñado para hacernos sentir sobrevivientes tras haber sido testigos del horror. Pero ¿es eso entretenimiento? Más bien parece una forma moderna y macabra de catarsis colectiva.