Cultura

El guardián de la artesanía balear: así es el trabajo de un examinador

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Joan Oliver es un nombre que resuena con fuerza en el mundo de la artesanía balear. Podría haber elegido cualquier camino: picador de piedra, presentador o escritor, pero decidió convertirse en el guardián de los oficios antiguos. Es como un maestro Jedi, capaz de detectar a simple vista si una pieza hecha a mano realmente cumple con su esencia. Si algún joven aspira a obtener su carta de maestro artesano, mejor que se prepare; porque tarde o temprano se encontrará con él y su rigurosidad.

Un viaje por la historia de la artesanía

La aventura de Joan comenzó hace más de 25 años, cuando se convocaron elecciones para formar la Comisión de Artesanía en las Islas Baleares. Conociendo bien el oficio tras haber sido picador por amor al arte, decidió presentarse como representante del sector artesanal mallorquín. Y lo eligieron. Lo que parecía ser un gesto puntual se transformó en una vida entera dedicada a defender y promover esta hermosa tradición.

No solo examina artesanos; ha creado asociaciones y revistas, e incluso un programa televisivo llamado Baleartnostrum, donde mostraba oficios tradicionales. «Hay técnicas que están desapareciendo», dice con tristeza mientras menciona profesiones que apenas quedan como el boter o el matalasser. Para Joan, el futuro radica en transmitir estos conocimientos a las nuevas generaciones. «Visité escuelas para mostrarles cómo trabaja un picador o un marger. Ver sus caras iluminadas al descubrir salidas laborales fue muy gratificante», comparte con entusiasmo.

Pero no todo es fácil; Joan tiene una tarea exigente y seria al examinar cada pieza artesanal. “No me gusta suspender”, bromea mientras recuerda anécdotas divertidas sobre aquellos que no superan sus pruebas rigurosas. A través de inspecciones meticulosas, garantiza que cada artículo cumpla con los estándares requeridos para obtener la carta artesanal.

Aunque su labor es vital, también enfrenta desafíos relacionados con el turismo masivo. Los visitantes buscan souvenirs baratos en lugar de piezas auténticas y únicas. «Es frustrante ver cómo algunos prefieren comprar imanes baratos en vez de anillos hechos a mano» explica Joan, quien teme por la viabilidad del oficio si las cosas no cambian.

Sin embargo, hay luces brillantes en este panorama: Formentera ha implementado una marca de calidad que asegura que las piezas sean completamente locales y auténticas. Cada isla tiene su sello distintivo; desde espardenyes en Eivissa hasta cerámica en Mallorca.

Aunque le han otorgado varios premios por su labor incansable, lo más valioso para él es ver cómo esos oficios siguen vivos entre nosotros. Al preguntarle qué oficio le gustaría ver renacer, sonríe nostálgicamente pensando en antiguas tradiciones olvidadas pero siempre relevantes.
En definitiva, Joan Oliver puede no llevar toga ni batuta, pero actúa como juez del patrimonio vivo de nuestra cultura artesanal balear y mientras personas comprometidas como él existan, esa chispa seguirá ardiendo.

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