El cineasta catalán Albert Serra, conocido por su trabajo en ‘Tardes de soledad’, celebra con entusiasmo el reciente galardón que ha recibido: el Premio Nacional de Tauromaquia. Este premio, otorgado ex aequo con la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, le llegó mientras se encontraba en París. «Me llamó por la mañana el presidente del jurado, Victorino Martín, y me dijo que había sido objeto de este premio. Y yo le he dicho que estaba muy contento», comparte con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.
Un reconocimiento inesperado pero bienvenido
Serra, quien ha trabajado mano a mano con los ganaderos, destaca lo generosos que fueron durante el rodaje de su película. «Nos trataron muy bien», afirma. A pesar del trasfondo polémico del premio —su supresión por parte del Ministerio de Cultura hace un año y su posterior resurgimiento—, el director no parece estar incómodo. De hecho, expresa su satisfacción al compartir este reconocimiento con aquellos que han contribuido a su obra.
«Me gustan todos los premios porque toda la gente a la que yo le gusto, me gustan ellos a mí», reflexiona con un tono desenfadado. Aunque reconoce haber menospreciado algunas distinciones en el ámbito cinematográfico en el pasado, esta vez siente un aprecio especial por ser valorado desde una perspectiva más ética.
A lo largo de nuestra conversación, Serra reafirma su apoyo hacia la fiesta taurina. «La película existe gracias a la colaboración y generosidad de muchos en el mundo del toro», dice sin dudarlo. Al preguntarle sobre las controversias políticas alrededor del premio, mantiene una postura neutral: «Solo me interesa la película… no tengo una postura clara sobre eso».
Así es Albert Serra: un artista que navega entre tradiciones y nuevas corrientes culturales sin perder nunca su esencia ni su respeto hacia quienes forman parte de este universo tan peculiar como controvertido.