La emoción estaba en el aire y no era para menos. Pablo Carreño, el asturiano que ha demostrado ser un verdadero guerrero en la cancha, se encontró este fin de semana ante una oportunidad dorada para reivindicarse. Después de una remontada épica, su equipo, España, logró lo que muchos pensaban imposible: clasificar a las finales de la Copa Davis tras estar 0-2 abajo. ¡Un hito histórico! Desde que España debutó en esta competición en 1921, nadie había conseguido algo parecido.
La fuerza del equipo
Los rostros de los jugadores brillaban con euforia mientras celebraban su hazaña en el Club de Tenis Puente Romano de Marbella. David Ferrer, capitán del equipo, no pudo ocultar su satisfacción al hablar sobre la decisión de incluir a Pedro Martínez en lugar de Jaume Munar. “Veía a Pedro preparado y creía que le podía hacer daño a Holger”, decía con confianza. Y vaya si lo hizo.
Pablo no se quedó atrás al analizar su victoria: “Era una oportunidad para demostrar que estoy cerca de mi nivel”, compartió con sinceridad. Además, resaltó lo vital que es tener un equipo sólido donde todos están disponibles; incluso mencionó que si tuviéramos al campeón del US Open entre nosotros todo sería más fácil. Pero también reconoció la presión que implica jugar como locales: “Es mejor jugar en casa, pero eso trae más presión y hay que saber manejarla”. Esa es la realidad del deporte: una mezcla constante entre orgullo y tensión.
Este fin de semana quedará grabado en la memoria colectiva del tenis español como un ejemplo claro de perseverancia y espíritu de equipo. La historia se escribe con cada golpe y cada punto ganado; esta vez, el cuarteto español escribió uno inolvidable.