En el corazón del prestigioso Masters 1000 de Montecarlo, Alejandro Davidovich se ha convertido en una figura entrañable para los aficionados. Este malagueño, que vive a solo diez minutos del Country Club, no duda en dar un paseo diario hasta el torneo, disfrutando del paisaje y, cómo no, de unas deliciosas baguettes de jamón y queso que se preparan al momento en los vestuarios.
Un vecino con grandes sueños
El lunes resonaba su nombre en las pistas: “Foki, Foki”, gritaban los seguidores mientras Davidovich brillaba al derrotar a Ben Shelton (11) en su primer partido. Es un momento especial para él; tras cambiar su vida de Fuengirola por la tranquilidad monegasca hace un año, siente que está jugando en casa. En MARCA compartió sus sentimientos: “Pedí hace tiempo la residencia y me dijeron que no rotundo. Sabía que aquí había jugadores para entrenar”. Y vaya si lo ha notado.
Alejandro no solo comparte la ubicación geográfica con figuras como Novak Djokovic y Daniil Medvedev; también se ha rodeado de un equipo sólido que le acompaña día a día. Juntos disfrutan de la complicidad que les otorgan esas horas de entrenamiento intensivo y, claro, de las baguettes entre risas y anécdotas.
Sus logros han sido significativos: después de alcanzar la final contra Stefanos Tsitsipas en 2022 y dejar huella al derrotar a Djokovic por el camino, este año ya lleva 15 victorias a sus espaldas. Un auténtico subidón si tenemos en cuenta que el año pasado sumó solo tres más durante toda la temporada.
Así es como Davidovich se prepara para su próximo reto: buscar los octavos frente al argentino Tomás Martín Etcheverry. Pero antes tiene otros planes importantes; a sus 26 años está a punto de dar otro paso monumental: ¡se casa! Sin duda alguna, este malagueño sabe disfrutar tanto dentro como fuera de la pista.