El Mallorca se encuentra en una encrucijada crucial, justo a las puertas de un nuevo año. Después de un partido ante el Girona el próximo 4 de enero, los bermellones pueden terminar con una sensación de calma o, por el contrario, sumergirse en la angustia que trae la zona roja. La situación es tan tensa que los cinco puntos que separan al décimo, Sevilla, del decimoctavo, Girona, son un recordatorio constante de que todo puede cambiar en cuestión de días.
Un final de año con sabor a incertidumbre
Con 18 puntos en su haber y tras cuatro jornadas sin conocer la derrota, los jugadores se despiden del 2025 ocupando una posición relativamente cómoda: decimoterceros. Sin embargo, no hay lugar para la relajación. El choque contra el Girona se perfila como un auténtico punto de inflexión. Si logran ganar, podrían iniciar el año nuevo escalando hasta la décima plaza; pero si las cosas salen mal y caen derrotados, podrían quedar empatados a puntos con el descenso.
Aún más preocupante es su desempeño ante equipos rivales directos. Hasta ahora han jugado contra cinco equipos situados por debajo en la tabla y solo han conseguido salir victoriosos contra uno: el Alavés. Los empates contra Valencia, Oviedo y Levante no ayudan mucho a mantener las esperanzas vivas. Además, una derrota frente al Girona podría agudizar las tensiones entre los aficionados mallorquinistas.
Así que nos encontramos ante dos partidos clave que pueden definir lo que queda de temporada. Ganar al menos uno es imperativo para comenzar el 2026 con optimismo; porque si no lo hacen… bueno, mejor ni pensarlo. La presión ya comienza a sentirse en Son Bibiloni y es crucial evitar que ese nerviosismo contagie al equipo.

