El partido de ayer en La Cerámica dejó una huella profunda en el corazón de los aficionados del Mallorca. Antonio Raíllo, un nombre que ha resonado con fuerza en las últimas temporadas, se convirtió en protagonista no por sus hazañas, sino por errores que nos hacen reflexionar sobre su rendimiento. En un encuentro donde los bermellones esperaban dar la campanada, fueron dos goles del Villarreal los que les dejaron sin aliento.
Un capitán perdido en la maraña de errores
En el primer gol, un malentendido con Mojica fue suficiente para regalarle a Gerard Moreno la oportunidad de abrir el marcador. Y si esto no era ya suficiente, Raíllo rompió el fuera de juego y dejó un balón muerto en el área pequeña para que Tani Oluwaseyi sellara la victoria del Villarreal. Este tipo de despistes son inaceptables cuando estamos hablando de un jugador con su trayectoria. Lo cierto es que Raíllo no está a la altura que todos esperábamos y eso lo sentimos todos.
No es solo cuestión de ayer; hay una serie de fallos acumulados que nos están costando puntos valiosos. Ante Espanyol, la historia se repitió: un penalti evitable provocó una derrota tras igualar 2-0. El propio Raíllo lo reconoció después del choque contra el Betis: «hay que mirarse el ombligo». Y efectivamente, hay algo quebrado en esa solidez defensiva que alguna vez fue nuestro fuerte.
Ahora mismo, cada centro lateral parece una amenaza mortal y no podemos permitirnos más regalos a equipos rivales. Para volver a ser ese Mallorca sólido y competitivo, necesitamos al mejor Raíllo, aquel capitán inquebrantable cuya ausencia se siente como un eco vacío en el vestuario.

