El Real Mallorca llegó a La Cerámica dispuesto a mostrar su mejor cara y, a decir verdad, lo hizo. Durante gran parte del partido, los bermellones fueron superiores ante un Villarreal que se vio sorprendido por el ímpetu de los visitantes. Sin embargo, dos errores defensivos les costaron caro, sobre todo uno de Raíllo a cinco minutos del final que selló su destino en esta nueva derrota (2-1) en la Liga.
Un primer tiempo esperanzador que se torna trágico
La noche comenzó con un jarro de agua fría: apenas transcurrían seis minutos cuando Gerard Moreno adelantó al Villarreal. Pero el Mallorca no se amilanó y, casi al instante, Samu Costa logró igualar el marcador. Parecía que tenían el control y la confianza necesaria para dar la campanada. La primera mitad fue un baile bien ejecutado por los bermellones, quienes lograron mantener a raya al peligroso conjunto local.
No obstante, como si fuera una maldición recurrente esta temporada, la defensa falló justo cuando más lo necesitaban. Un centro inocente se transformó en gol tras un despiste monumental entre Raíllo y Mojica. En ese momento se sintió que el partido podía escaparse entre los dedos; una sensación amarga que ya conocemos demasiado bien.
Aunque hubo oportunidades para llevarse algo positivo de este choque —un disparo cercano al palo de Antonio estuvo a punto de cambiar la historia— parece que cada vez es más difícil corregir esa tendencia indeseable de encajar primero y dejarse llevar por las circunstancias.
Afrontar el siguiente encuentro contra Osasuna es ahora un reto ineludible: hay que aprender de estos tropiezos y prepararse como si cada partido fuese una final. El Mallorca ha demostrado tener calidad para competir; solo falta ajustar esos pequeños detalles que marcan la diferencia entre sumar o regresar con las manos vacías.

